miércoles, 28 de enero de 2009

Boceto


Bueno falta el color y un par de detalles pero por lo demás esto es la imagen de mi relato.

martes, 20 de enero de 2009

Paciente 2


Mi editora de las SS me va a matar pero hay confianza, de esta que se arregla con unos copazos.
En fín mi paciente 2, a ver que os parece.

Érase una vez un niño de ciencia ficción, un niño a prueba de bombas. Salud de hierro y resistencia de acero.
El niño vivía en un palacio de cristal, ¡qué contrariedad!
El niño no podía jugar con nada por que vivía temeroso, del frágil vidrio. Así que encerró en sus pensamientos un miedo tremendo.
Y cada día recorría el palacio protegiéndolo de todo, se convirtió en su guardián y el niño en su preso.
Así pasaron los años y el niño creció y se convirtió en un preso adulto, un preso plenamente consciente de su cautiverio.
El señor Cautivez, podía observar a través del cristal las casas de los demás y bueno, algunas tenían agujeros por los que salía el humo, otras estaban casi derruidas, pero otras tenían enredaderas que se abrazaban los muros, jardines, risas y niños… ¡niños!
Cautivez soñaba con colores, con plantas y con todo lo que había fuera, pero despertaba muerto de miedo, por su palacio, qué pasaría si se hiciera añicos, si se volviera contra él.
Fue entonces que paso algo excepcional. Un día Cautivez bebió un gran sorbo de agua de una de sus copas de fino cristal y observó estremecido el borde roto y una fina grieta que atravesaba la copa. Paralizado por el miedo y con el vaso aún en la mano oyó un ruido en su garganta, era el cristal.
Un pequeño cristalito que viajaba por su interior reflejando en sus ojos el temor y sufrimiento de tantos y tantos años de cautiverio.
De repente soltó la copa para llevarse las manos a la garganta y la copa golpeó contra el suelo abriendo una gran grieta en el cristal que fue poco a poco resquebrajándose bajo los pies de Cautivez.
“Libre” musitó mientras de su boca brotaba una fuente carmesí. Cautivez se seco la boca y vio en sus manos un color ajeno a su palacio, el que tantas veces había visto a través de la ventana, en besos, en primaveras, en el sexo de las mujeres. Sobrecogido por la belleza del color cayó de rodillas sobre el resquebrajado suelo que se hizo añicos.
Cautivez había roto su palacio de cristal en el suelo rodeado del bello color sonreía mientras sus ojos eran todo lágrimas de cristal, de cristal carmesí. El caleidoscopio más bello que jamás hubiera imaginado giraba en sus ojos, arrastrado por el giro fue perdiendo las fuerzas, y el miedo.

viernes, 16 de enero de 2009

Paciente 1

Esto es una historieta dentro del laaargo laaargo relato que estoy escribiendo, lo dejo como aperitivo ya que como se entere el editorial que estoy publicando cosas que son para ellos me cuelgan o aún peor me hacen escribir más páginas. Bueno todo sea for art's (and artist) sake.

-Mamá, venga siiiiii, por faaaaa.
-Pero si no te gustan cielo.
-Mamiiiiii.
-Venga no seas pesadito.

El niño empieza con su pataleta y su mami se mete la mano en el bolsillo y cuenta las monedas con los dedos, se agacha y le dice al pequeño.

-¿Qué tienes en la oreja?
-¡nada! ¡déjame!
-Uyuyuyyyy hay que ver que sucia tienes la oreja- acerca su mano a la oreja del niño- a veeeer- le pega un tirón y mágicamente saca una moneda de veinte duros de su oreja.
-¡Mamá!
-¡Es magia!

El niño ríe, está enamorado de sus trucos, de su sonrisa, de su mamá.

-Venga, vete a buscar el dichoso helado.

El niño se acerca a el puesto de helados y pide uno de tutti fruti. Del congelador sale un humillo mágico y sale de él una bola de nata helada reluciente al sol del verano, en ella incrustados todos los colores. Un helado de tutti fruti de tutti colore.
Fue una tarde muy feliz y al final la mamá se acabó comiendo los trocitos de fruta, por que al niño solo le gustaba la nata, los colores y el nombre.
Al día siguiente el niño se levantó y su mamá había desparecido. El niño pensó en que su mamá había hecho un gran truco de los suyos. Se tapó los ojos y se los destapó de repente.

-¡Tachan!

Delante del pequeño una enorme caja de madera.

-¿Mami?

El pequeño abrió la caja de madera y no había nada.
A las pocas horas volvió, se puso al lado de la caja mágica cerro los ojos y volvió a desear muy fuerte que su mamá apareciera. Recitó las palabras mágicas:

-¡Abracadabra!

Pero la caja seguía vacía.
Por la noche, el niño daba vueltas en la cama pensando en la fórmula mágica que hiciera a su mamá volver.
Volvió a levantarse y fue avanzado lentamente hacia la caja de madera con los puños cerrados y mordiéndose el labio inferior, abre la tapa y grita:

-¡Tutti fruti!

Y su mamá apareció.

miércoles, 14 de enero de 2009

Agujero y Cristal

Tras el ultimo encargo de mi editora tocapelotas pero adorable, me veo obligada a hacer un sprint en mi último texto, que rabia me da mandar cosas que luego se queda la gente y pasan sin pena ni gloria.
Lo que le mandaré va de un hombre vacio y de cristales y salen magdalenas o algo así.
La cosa esque hoy mientras canturreaba la garota de Ipanema, se me ocurrió la idea.
Además aprovecharé el tirón melancólico y probablemente el fin de semana volveré a hacer mi número cómico de la reina victoria, el indio colonial añejo y la muchacha mejicana llamada Margarita, Margaret para los amigos.