miércoles, 4 de junio de 2008

Fabula de Polifemo y Galatea

«¡Oh bella Galatea, más süave
Que los claveles que tronchó la aurora;
Blanca más que las plumas de aquel ave
Que dulce muere y en las aguas mora;
Igual en pompa al pájaro que, grave,
Su manto azul de tantos ojos dora
Cuantas el celestial zafiro estrellas!
¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas!

»Deja las ondas, deja el rubio coro
De las hijas de Tetis, y el mar vea,
Cuando niega la luz un carro de oro,
Que en dos la restituye Galatea.
Pisa la arena, que en la arena adoro
Cuantas el blanco pie conchas platea,
Cuyo bello contacto puede hacerlas,
Sin concebir rocío, parir perlas.

Fábula de Polifemo y Galatea, Luis de Góngora y Argote

En este fragmento el gigante Polifemo encomia la magnífica belleza de la joven ninfa Siciliana Galatea, de quien está profundamente prendado.
Empieza con una exclamación en la que Polifemo llama a la belleza de la ninfa;
“Oh! Bella Galatea, más suave
que los claveles que tronchó la aurora;

Partimos de la metáfora de; Galatea es bella y más suave que los claveles que tronchó la delicada aurora. En estos versos se combinan el rojo de los claveles con la blanca luz de la aurora, estos dos colores representan a la bella ninfa y los hemos observado en la poesía neoplatónica del siglo anterior, donde los colores; rojo-rosa y blanco representaban los colores que simbolizaban la bella imagen de la amada.
Al mismo tiempo, el poeta reviste de estos colores aspectos tales como la fragilidad de una flor o la belleza de esta. La blanca aurora simboliza la pureza y representa la luz, la pureza, belleza y luz son elementos que encontramos en la descripción de Galatea en este marco natural.
En el siguiente verso Polifemo pasa a comparar la belleza de Galatea con la de un ave, un ave de plumas blancas “que dulce muere y en las aguas mora”, el poeta se sirve de esta perífrasis para designar a través de sus características al ave del que se trata, el cisne de hermosas plumas blancas que mora en las aguas y que antes de morir emite un canto.
En este verso observamos como se despliega la metáfora y la luz de la aurora y el color blanco se intensifican con la metáfora amada-cisne.
En los siguientes versos Galatea es;
igual en pompa al pájaro que, grave,
su manto azul de tantos ojos dora
cuantas el celestial zafiro estrellas!

ese pájaro de manto azul se trata de un pavo real, por lo tanto estos versos identifican la grandeza y majestuosidad de este ave con Galatea. Las plumas del pavo real están doradas por ojos y estos ojos del plumaje del pavo real a su vez doran el zafiro del cielo, lo doran de estrellas.
En estos versos encontramos otra vez que el ave al que el poeta se refiere no se designa directamente, por lo que nos encontramos ante otra perífrasis, asimismo el “celestial zafiro” es una perífrasis que alude al cielo.
En estos versos también encontramos un cultismo sintáctico, encontramos el verbo “dora” al final del verso al estilo de la sintaxis latina, se trata de un hipérbaton.
Observamos en estos versos como el color intenso del plumaje del majestuoso animal se proyecta en la belleza celestial, una belleza celestial que está adornada por dorados ojos que son las estrellas, las mismas estrellas que Galatea tiene por ojos;
¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas!

No son sólo dos estrellas sino que en son las dos más bellas del “celestial zafiro”.
Vemos como el poeta ha ido desplegando la metáfora gracias a las características de las aves y revistiéndola de color y de una increíble belleza sensorial.
En los siguientes versos Polifemo le pide a Galatea que deje el agua donde mora:
Deja las ondas, deja el rubio coro
de las hijas de Tetis, y el mar vea,
cuando niega la luz un carro de oro,
que en dos la restituye Galatea.

Le pide “deja el rubio coro de las hijas de Tetis” se trata de un cultismo semiológico. Tetis pertenece a la mitología griega y se trata de una Titánide, diosa del mar. De su unión con Océano nacieron las Oceánides, ninfas del mar y los Oceánidas, dioses fluviales que representan a los ríos.
Polifemo le pide a Galatea que deje el coro de las ninfas del mar hijas de Tetis y que una vez que abandone el mar, este verá “cuando niega la luz”, en este verso negar la luz significa al oscurecer, ponerse el sol se trata pues de otro cultismo.
Cuando el sol se pone el carro de oro aparece en el horizonte, pero los ojos de Galatea son aún más bellos que este carro dorado, por eso “en dos la restituye”, son los dos ojos de Galatea los que restituyen la luz que el sol al ponerse ha negado.
Pisa la arena, que en la arena adoro
cuantas el blanco pie conchas platea,
cuyo bello contacto puede hacerlas,
sin concebir rocío, parir perlas.

El poeta sigue en estos versos con la imagen de la amada junto al mar, una vez que Galatea “deja las ondas”, “pisa la arena” una arena que se hace objeto de veneración, una arena que al contacto con el blanco pie de Galatea transforma a las conchas que reposan en ella en bellas conchas plateadas, al igual que al contacto con la arena Galatea provoca una hermosa transformación del paisaje. Está bella transformación culmina con las conchas plateadas que al contacto con el blanco pie son capaces de “parir perlas” sin necesidad del rocío.
Encontramos en estos versos una alteración del orden de los elementos sintácticos, el verbo “platea” está al final del verso, por lo tanto estamos una vez más ante un cultismo sintáctico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me he quedado petrificada con sus astualisasión de hoy der fotoló..

besos chikirroquísticos.

pd.Hazte tuentiiiiiiiiiiiiii!

Helena Martín dijo...

jajajaja todo el mundo me induce voy a tener cuenta en todo internec