jueves, 28 de abril de 2011

La Primera

Pues ante la crisis de mierda que nos afecta a todos yo he tenido la suerte de que aquí en Salamanca me he vuelto a encontrar y he sacado ganas para seguir adelante con una idea dickinsoniana de las de mis tiempos felices de facultad.
En el que era la puta ama hablando de tigres, en el que vestía siempre de negro y era capaz de sentir lo que escribía...he vuelto y que alegría volver.
Os dejo este pedacito cultivado con tripas

La primera

-Hola, soy la primera.
-¿La primera qué?¿dó..?
-¿dónde estoy? ¿qué clase de sitio es este?_ dijo mimicamente aquella chica que se había presentado como la primera.
-Soy la primera persona a la que ves aquí, no sé de que te extrañas, deberías conocerme, vengo de donde tu vienes y soy parte de tu vida, debes de haber pensado mucho en mi_ la primera sonrió irónicamente.
-Sé quien eres, de vez en cuando he pensado en ti, sí, pero no hemos vuelto a hablar desde hace mucho tiempo, no sé que pretendes pero esto no es legal.
-Ni siquiera me reiré por eso que acabas de decir, es normal que te sientas perdido, pero si miras un poco más, te darás cuenta de que este sitio es familiar.
-¿Por qué me has traído aquí?
-Yo no te he traído, has sido tú_ ella se acercó a él e hizo una mueca que él recordaba con ternura, llevaba dos coletas y la misma ropa de aquel día de verano que él jamás podría olvidar.
-Yo sólo estoy aquí para darte pistas, para que respondas cosas que se te han pasado por la cabeza.
-Lo siento pero no puedo quererte, sé que ha pasado mucho tiempo, pero estoy con otra persona y la quiero.
De repente él tuvo la sensación de que habían pasado días incluso meses allí en esa posición haciendo lo mismo, hablando con la primera y ante el desconcierto no pudo evitar ponerse a temblar de indignación y enfado con algo desconocido.
-¡déjame en paz!
La primera se alejó y de repente un coro bailarín de personas aparecieron, todas ellas caras conocidas. Aún así alguien parecía haberle sellado los labios porque no fue capaz de mencionar el nombre de ninguna de esas personas que se dirigían a él de forma familiar.
Entonces sus brazos aparecieron y la primera le puso las manos en los ojos.
-¿quién soy?
-Siempre has estado como en este día, te recuerdo, ayudame a saber lo que me pasa.
-Está bien, dime qué es lo último que hacías antes de estar aquí.
-Es...esto, estaba...soñando, ¡estaba durmiendo en mi cama! Y luego me drogasteis y secuestrasteis, tú y tu liga de personas del pasado resentidas conmigo_ respondió muy enfadado.
-Te daré otra pista_ y le besó
bajo sus pies apareció un montón de arena, como de una playa, la arena fue poco a poco tragándoselo.
-¡ayudame!
-ayudame tú a mí, piensa.
-Antes de estar aquí vivía en un pisito con...bueno, ya sabes, y dormía, soñaba cosas que ahora son confusas, había imágenes, olores, sensaciones mezcladas y luego todo era frenético.
-En algunos sueños tenemos la posibilidad de elegir, aunque el subconsciente nos juega malas pasadas casi siempre: estás al borde de un precipicio puedes ser lo que quieras, es tu sueño, puedes tener el equipo de escalada más alucinante y tú vas y te caes y es entonces cuando tu cuerpo es ingrávido atraviesas los límites de la mente, de la consciencia y en ti una fuerza te hace caer de dentro a fuera y...
-Te despiertas.
-¡Despiértate!_ La primera le retiro delicadamente las manos de sus ojos.
-Con que esto es.
-Lo sé.
-Esto es.
-Mira a tu al rededor.
-Conozco a esta gente.
-Lo sé. Ven conmigo, en este lugar te sentirás más cómodo.
Le cogió de la mano, como sólo la primera sabía, haciendo de sus manos más que un nudo de dedos un nexo. Toda la gente quedó atrás formando un pequeño bullicio alegre que a él le resultó extraño y melancólico.
-No entiendo a esta gente, se supone no sé que están felices por estar aquí.
-Si tu lo ves así.
Giró la cabeza y la gente ya no estaba.
-El silencio, este silencio.
La primera puso su mano en forma de cuenco y se la puso sobre un oído.
-Lo recuerdo, este sonido.
-Lo sé.
Era el mar.
-Si miras hacia arriba_continúo ella_verás todo extendido ante ti.
-Recuerdo esto, te daban miedo las estrellas, te hacían sentir un grano de arena y pensabas en que si no existieras a nadie le importaría.
Siguieron caminando hasta unas dunas cercanas. La primera le hundió una mano en la arena:
-¿Lo sientes?
Él sonrío y tumbado mirando a las estrellas le dijo:
-Tenías razón, pero no en lo de tener miedo, sino en lo de ser pequeños y frágiles, cuando tienes la oportunidad de decidir eliges caer y acabas aquí,contigo. No sé por qué estás aquí, como el primer día.
-Lo sé.
-¿Estás muerta?
-Parece que no del todo.
-Creo que elegí verte a ti por algún motivo, pero...
-No importa, lo sé. Y ella empezó a llorar como en un viejo recuerdo y ya no estaban en la duna.
-Me tengo que ir.
-Creo que ya lo entiendo, el mar, las estrellas, la arena, este sitio...
-Soy todo eso, pero ya me tengo que ir, tu tienes que volver.
-Te recordaré.
La niña se había ido y ante él había una mujer que le miraba con condescendencia.
-Mira al cielo, ¿ves todos esos puntitos luminosos? Siempre he sido uno de ellos como en la frase que te dije aquel día.
Él la miro, como buscando esos puntos en sus ojos.
-Aquí no encontrarás nada.
-¡Te recordaré!_Dijo más enérgicamente
-Tienes que marcharte, ¿los ves?
-¡Te recordaré!_Salía de un nudo.
-allá arriba.
Una linterna en el ojo le cegaba y le hacía volver. De fondo un eco sordo retumbaba en aquel sitio extranjero.
Te recordaré
-Lo sé, soy la primera.